El in-game leader de Fnatic, Jake “Boaster” Howlett, es un maestro del engaño. A nivel personal se muestra como un tipo gracioso porque, genuinamente, lo es. Sin embargo, su rendimiento dentro de los servidores es una cosa muy seria. Howlett ha encontrado su espacio en VALORANT y responde en todos los aspectos posibles. Por ello, no es de extrañar que los black & orange hayan acelerado el proceso de su renovación hasta 2025. Las victorias del club con él no sólo se reducen a lo que sucede en los diferentes mapas, sino que la más grande se encuentra fuera. Boaster es la persona que ha demostrado el motivo de ser de la entidad británica en los últimos años.

Fnatic es uno de los clubes que todavía reivindican la victoria como mejor método para llegar a una masa social. Los deportes electrónicos se encuentran a medio camino del deporte y del entretenimiento. El concepto de “generar contenido” es muy importante tanto para generar apego como para abrir nuevas vías de negocio en un sector que carece de solvencia económica. Pero a la hora de la verdad, los esports no dejan de ser competiciones de videojuegos. El verbo “competir” implica la aparición de dos sujetos: los ganadores y los perdedores. No es casualidad que las peores crisis institucionales de los black & orange hayan llegado con la escasez de títulos. 

G-Man decía en Half Life 2 que “el hombre adecuado en el sitio equivocado, puede cambiar el rumbo del mundo”. Boaster demostró que esta premisa también se puede aplicar estando en el sitio idóneo. Mientras Fnatic vivía idas y venidas de jugadores emblemáticos en el resto de sus secciones, el in-game leader se emergía cada vez más como un líder espiritual de la entidad no sólo en el shooter de Riot Games. La afición de los black & orange dejó de verle como “el jugador de VALORANT” para entonar el “uno di noi”. También por como mantenía el peso del estatus ante el resto de las derrotas. En League of Legends, el club veía cómo G2 Esports seguía comiéndole la tostada; y en Counter-Strike se encontraba en la eterna reconstrucción para volver a ganar un título importante. Howlett ha saciado durante estos años la necesidad de trofeos de prestigio con el LOCK//IN y la Masters de Tokio, Japón.

La afición de Fnatic dejó de ver a Boaster como “el jugador de VALORANT” para entonar el “uno di noi”

Después de su andadura inicial en SUMN FC, Boaster encontró en VALORANT el espacio en el que trabajar para brillar sin tropezar en los mismos aspectos que en sus anteriores títulos. La cuestión es que, con el tiempo, Fnatic y el jugador se dieron cuenta de que eran un matrimonio ideal. Porque más allá de compartir una pasión pura, el in-game leader se encargaría de sufragar todas las flaquezas del club. Sin esperarlo, el británico empezó a dignificar el significado de su rol al completo. Dentro de los servidores, con una mente brillante. Fuera de ellos, con una capacidad especial para conectar con la afición. Los títulos, empezando por la liga de EMEA del VALORANT Champions Tour (VCT) de 2022, fueron la confirmación de toda la cuestión: Howlett había entendido, por activa o por pasiva, mejor que nadie todas las necesidades del club.

G-Man decía en Half Life 2 que “el hombre adecuado en el sitio equivocado, puede cambiar el rumbo del mundo”. Boaster demostró que esta premisa también se puede aplicar estando en el sitio idóneo. Mientras Fnatic vivía idas y venidas de jugadores emblemáticos en el resto de sus secciones, el in-game leader se emergía cada vez más como un líder espiritual del club no sólo en el shooter de Riot Games. La afición de los black & orange dejó de verle como “el jugador de VALORANT” para entonar el “uno di noi”. También en las formas de las derrotas. En League of Legends, el club veía cómo G2 Esports seguía comiéndole la tostada; y en Counter-Strike se encontraba en la eterna reconstrucción para volver a ganar un título importante. Howlett ha saciado durante estos años la necesidad de trofeos de prestigio con el LOCK//IN y la Masters de Tokio, Japón.

Ser inglés no influye en el nivel de Boaster, ya que el talento no entiende de países ni documentos de identidad. Sin embargo, que sea un tipo de Christchurch quien eleva a Fnatic al éxito, es extremadamente positivo para el club y los deportes electrónicos británicos. Con el paso del tiempo, diferentes países como Francia o España han ganado mucha más relevancia. Que el in-game leader de los black & orange, punta de espada del sector en el Reino Unido, sea un héroe local es significativo: es una manera de reivindicar la importancia de un país o una nación dentro de una industria salvaje. Un reflejo de la ironía que vive el mundo en la actualidad, porque teniendo en cuenta cómo la globalización absorbe más para dar relevancia a las potencias, la cercanía -nacional, ideológica, etc.- es el factor que mejor activa el sentimiento de pertenencia.

La fortuna ha sonreído a Boaster, porque todos los timings que en el pasado le fallaron, los ha encontrado dentro de VALORANT. Reivindicando que si Fnatic es un club importante es porque gana trofeos y compite por ellos, algo que ha hecho desde el momento en el que se convirtió en el capitán de los black & orange. Entendió como pocos la necesitada vertiente del entretenimiento que todo club y jugador necesita para generar apego entre los espectadores. Pero en lugar de perderse en este aspecto, la prioridad siempre se ha mantenido intacta: lo importante es ganar. Por ello, Howlett es el cónyuge perfecto de la entidad británica. Conservando la pureza de la pasión, el in-game leader mantiene la vigencia del motivo de ser del club. Los tiempos cambian, pero hay cosas que siempre se deben mantener, especialmente teniendo en cuenta la imagen que proyectamos o queremos mostrar.


Foto de Michal Konkol vía Riot Games