Que Iván “Razork” Martín brille es un éxito de la paciencia. Una recompensa a la “belleza de no saltarse pasos” que escribió el jefe de actualidad de 3D Juegos, José Ángel Mateo, a la hora de hablar del jugador. El español ha vivido todas las etapas dentro de los black & orange: la novedad y el sufrimiento durante la llegada, la metamorfosis y la consolidación. La introducción la tiene muy construida y, cuatro años después de llegar a la League of Legends EMEA Championship (LEC), sigue escribiendo tanto su nudo como es posible. Pero, además de demostrar que League of Legends es un videojuego donde las etapas importan, el jungla ha hecho que Fnatic y toda su masa social se hayan forzado a hacer una segunda lectura del club.

Los black & orange siempre implican tanta admiración como presión por el simple hecho de ser ganadores. No sólo es una cuestión de que Razork haya aterrizado en la organización en años de sequía. La victoria tiene un peso completamente distinto al de la derrota que se debe gestionar igualmente. El hecho de ganar el primer Mundial de la historia de League of Legends ha provocado que, por Fnatic, siempre hayan pasado algunos de los mejores jugadores que Europa ha visto. Etapas de todo tipo dentro del club que reflejan cómo el MOBA de Riot Games, los deportes electrónicos, la entidad y nosotros mismos hemos cambiado a lo largo de los años. Precisamente es por el desarrollo de los acontecimientos que la jungla se ha convertido en la posición más difícil de interpretar en la organización británica.

La jungla es el lugar más convulso para la masa social de Fnatic para valorar a sus figuras. La calle inferior siempre ha sido de nombres propios, en la central ha contado con leyendas del Viejo Continente -incluido el mejor jugador de la historia que se marchó al eterno rival- y la superior ha sido el punto intermedio: profesionales que han generado legado y cambios con controversia. Pero por lo general, sin obviar los matices de cada perfil, con unos estándares de calidad altos y de consenso, véase en Paul “sOAZ” Boyer, Heo “Huni” Seung-hoon e incluso Gabriël “Bwipo” Räu. Pero en la posición de Razork la situación siempre ha sido la más distorsionada por lo difícil que es de comprender desde su base.

Cyanide llegó a ser suplente de Origen | Wellplayed.org
Cyanide llegó a ser suplente de Origen | Wellplayed.org

El punto de partida de Fnatic fue alto con Lauri “Cyanide” Happonen, que mantiene el récord de haber sido el jugador más joven de la historia en ganar un Mundial. El finlandés no fue un revolucionario como Danil “Diamondprox” Reshetnikov, pero sí un jugador que ofrecía un rendimiento extremadamente alto bajo los estándares establecidos. Especialmente a través de los compases iniciales. Además, el hecho de tener una gran sinergia con sus compañeros de equipo dentro y fuera de la Grieta del Invocador -es imposible pensar en él sin tener en la cabeza a Enrique “xPeke” Cedeño-, le potenció. Se marchó en 2014 después de caer en la fase de grupos de Worlds, dando todo lo que tuvo en sus manos hasta la fecha, para no volver a jugar. El recuerdo que generó, evidentemente, todavía perdura.

A partir de allí llegaron los giros para Fnatic. Los black & orange aprendieron a funcionar mejor con junglas centrados en el apoyo a sus estrellas que no con excelencias individuales dentro en la posición. Kim “Reignover” Yeu-jin fue el Sancho Panza del Quijote llamado Huni, que explotó en 2015. Mads “Broxah” Brock-Pedersen tenía sus elecciones de privilegiado como Lee Sin -algo similar al surcoreano con Rek’Sai o Rengar-, pero brillaba más como compañero de baile de Rasmus “Caps” Winther. Incluso Bwipo, que siempre que ha cambiado de posición ha sido para hacer de parche de problemas, funcionó de esa manera acomodando a Adam Maanane a la élite para, una vez ‘protegida’ la calle superior, jugar por y para la bot lane.

En cambio, los junglas que sí sobresalían por su habilidad individual desde una perspectiva ‘egoísta’ o se podía jugar a través de ellos, al estilo de Cai “milkyway” Zi-Jun actualmente en FunPlus Phoenix, no han tenido tanto éxito. O por lo menos, no dejaron tan buen sabor de boca. Lee “Spirit” Da-yoon apostó por Europa en 2016 con los black & orange, incluyendo el hecho de jugar con Noh “Gamsu” Yeong-jin como peaje, para irse a finales de año. Por mucho que la calle superior fuera un problema constante para Fnatic, el exjugador de Samsung Galaxy Blue no encajó tanto con figuras como Fabian “FEBIVEN” Diepstraten, Martin “Rekkles” Larsson o Bora “YellOwStaR” Kim. Aun así, su nivel le valió para competir en la League of Legends Championship Korea (LCK) de la mano de Afreeca Freecs -formando parte de las mejores y peores etapas del club- hasta finales de 2020.

Bwipo fue el anterior jungla a Razork en Fnatic | Foto vía Riot Games
Bwipo fue el anterior jungla a Razork en Fnatic | Foto vía Riot Games

Con Oskar “Selfmade” Boderek, la organización británica se encontró una situación distinta a la vivida con Spirit. El polaco llegó a funcionar bien, hasta el punto de que en ocasiones el equipo se colgaba de él para sacar adelante los partidos. Pero la remontada que Fnatic sufrió contra Top Esports en los cuartos de final del Mundial de 2020 lo dinamitó todo. Quizás la victoria pudo servir de bálsamo, pero la derrota que sufrió hizo de explosivo. A partir de ahí se evidenció aún más las grandes diferencias en el quinteto titular. Selfmade y Rekkles estaban en un bando, apostando por un estilo de juego más pasivo. En el otro, Bwipo y Zdravets “Hylissang” Galabov por la pelea constante. Los black & orange tuvieron que elegir y se quedaron con los segundos. Boderek acabó en Team Vitality mientras el sueco se marchó al eterno rival, toda la situación distorsionó su nivel real en el club.

La historia de Fnatic ha hecho que su masa social valore mejor a los junglas que no tenían un talento o un techo tan alto y viceversa. Razork reinterpreta la idiosincrasia de los black & orange porque fuerza a sus seguidores a hacer una segunda lectura y equilibrar su visión histórica sobre los jugadores que han vestido la camiseta en su posición. Él se adapta a la versión más solidaria que juega por y para sus líneas, pero su talento le permite postularse como el carry de su equipo. Naturalmente, es el perfil más dotado y completo para lograrlo. En el proceso se ha antepuesto a una desconexión inicial en su medio, al impacto técnico y emocional de la salida de Hylissang, a la fallida tercera parte de Rekkles en el club y los debates que señalan los carnets de identidad para sentenciar si un jugador es merecedor de estar en la élite. Lo suyo es evolución pura y dura, pero como siempre ha ido paso a paso, no sorprende que este 2024 esté en su mejor momento. Aun así, su gran victoria es generar en la afición aquello tan difícil de encontrar: consenso. 10 años después, la estrella de la entidad británica vuelve a ser española.


Foto de Michal Konkol vía Riot Games