Personas

MAD Lions Mac

Hace unos días abrí Twitter y, para mi sorpresa, no me entraron ganas de cerrarlo a los pocos segundos. Entre la verborrea y las llamadas de atención habituales, un fragmento de una entrevista post partido a James «Mac» MacCormack, entrenador de MAD Lions, captó mi atención. En el clip, el head coach hablaba sobre las críticas que había recibido su equipo por abrirse en cuanto a haber sufrido cansancio y burnout, de la responsabilidad que una organización tiene en velar por la salud mental de sus integrantes, y de lo importante que es abordar estas circunstancias según los procesos y tiempos necesarios para salir de ellas.

Hasta que la pandemia pusiera un punto y a parte, mi particular relación con el deporte tradicional me llevó por varios derroteros. Jugador, capitán y entrenador, a lo largo de más de quince años —más de la mitad de mi vida—. Como es obvio, por aquel entonces, no tenía ni idea de lo que implicaban cada uno de esos puestos. Ningún proyecto acabó de funcionar del todo, y siempre pensé que me faltaban las aptitudes y los conocimientos necesarios con respecto al deporte en cuestión. La respuesta, sin embargo, estaba más allá de la técnica, la táctica y la estrategia.

El propio Mac aseguraba que MAD Lions no estaría en la posición de finalistas de LEC, por segundo split consecutivo, de haber seguido la línea tóxica y sobreextendida del sacrificio vacío. Hace unas semanas escribía en esta misma casa acerca de lo peligroso de estas mentalidades, que parecen ahora resurgir en Corea y China, si es que alguna vez han llegado a irse. Cuesta, además, contradecir a las regiones más laureadas de la historia del League of Legends.

«Habrá que seguir su ejemplo si queremos ganar», parecemos pensar de forma velada.

Resulta innegable que su metodología es efectiva, pero lo efectivo únicamente mira al resultado. Si hablamos de personas, hay que atender al proceso, porque si hablamos de personas, cualquier precio no es aceptable. Y el éxito es una quimera elusiva. ¿Qué pensarán dentro de unos años jugadores como Lee «Wolf» Jae-wan, Jian «Uzi» Zi-Hao o Luka «Perkz» Perković? ¿Aun habiéndolo conseguido, habrá merecido para ellos hipotecar su salud a lo largo de años con el objetivo de ganar?

Insisto en que, ni siquiera en el deporte de élite, lo importante deba ser la cima. Si MAD Lions se hubiese quedado fuera de la final, de playoffs o de los Mundiales en pos de la salud mental de sus jugadores, seguiría siendo más loable que levantar la copa el próximo domingo a base de presión enfermiza. Sin embargo, Mac y su equipo han encontrado el equilibrio huidizo, pero posible, entre la responsabilidad y el éxito.

Ni el cálculo de Rogue, ni el potencial infinito de G2 Esports han podido con el conjunto español, tan denostado y a menudo menospreciado. Una anomalía a la que no debería permitirse llegar donde están. Y lo admito, ni siquiera yo soy especial hincha del vigente campeón de Europa, pero su verdadero triunfo va más allá de jugadores o desempeño. Haber probado que el deporte no es aritmética, y que poner a las personas primero es la mejor inversión —en todos los sentidos— es suficiente para que la organización de los leones tenga en mí un seguidor más.