El miércoles 3 de junio de 2020 una pandemia, que había logrado encerrar a prácticamente la totalidad del planeta, quedó en un segundo plano. League of Legends no entiende de discusiones teológicas: Dios es un demonio surcoreano que juega en la calle central. Si esta deidad se ha transformado en la figura que es en la actualidad, no ha sido únicamente por la misericordia de enseñar al resto del mundo a cómo elevar el nivel de juego hasta puntos que se escapaban la imaginación. También por desterrar a las escasas figuras que podían arrebatarle ese estatus. Jian “Uzi” Zi-Hao ha sido uno de los pocos jugadores que se ha sentado en la misma mesa y ha mirado cara a cara a Lee “Faker” Sang-hyeok. Pero como Dios sólo hay uno, Zi-Hao se tuvo que quedar en la condición de Hércules y se retiró un pandémico verano por problemas de salud.

“A los 23 años podía convertirse en un jubilado precoz”, escribió Juan Villoro en Dios es redondo sobre Diego Armando Maradona. A la misma edad, Uzi se convirtió en un veterano de guerra. Paró su carrera por los motivos importantes, es decir, los que se escapaban de la Grieta del Invocador. Uno no elige las circunstancias, se encuentra con ellas. Y las que condicionaron la salida del tirador no fueron las deseadas por absolutamente nadie: ni por los protagonistas, ni por los espectadores. El jugador se marchó con un trofeo internacional, el Mid-Season Invitational (MSI) de 2018, y alguna liga doméstica. Pero no contaba con el título que ansiaba tanto él como el resto del mundo: la Copa del Invocador. En 2020, el héroe nacido un 5 de abril de 1997 en Yichang, dio un paso al lado después de trabajar como un comandante por el League of Legends chino para acabar con un sabor amargo. Siendo un tipo admirado mundialmente, se sintió como un soldado raso olvidado y abandonado a su suerte porque no tenía ese deseado Mundial.

Uzi fue el jugador que cambió contextos. China, el gigante asiático, era pequeña dentro de League of Legends. En cambio, el ‘diminuto’ país peninsular que tiene como vecino, Corea del Sur, dominaba con mano de hierro el League of Legends internacional tras un breve romance europeo con Fnatic, Moscow Five y la sorpresa de Taipei Assassins. Lo primero que hizo el tirador fue aumentar rangos en su propia región. Inicialmente, la institución de la calle inferior era Gao “WeiXiao” Xue-Cheng en un clima donde la pelea estaba entre Team WE y EDward Gaming , más fuerte tras el ‘divorcio’ de Ming “Clearlove” Kai con WE. En 2013 puso al actual Royal Never Give Up -anteriormente Star Horn Royal Club- en el mapa colándose en la final del Mundial. Cayó contra SK Telecom T1. Al año siguiente volvió a perder contra Samsung Galaxy White. Experimentó la derrota desde la perspectiva más individualista de Faker -algo que vivió de nuevo en las semifinales del Mundial de 2017- y la revolucionaria del sistema de visión de White. Jugar los Mundiales implicaba un aumento de su nivel, pero el precio a pagar era meterse en el mito de Sísifo.

Más allá de WE y EDward Gaming, los primeros años del League of Legends chino también se asociaban a Oh My God, el club que posteriormente se hizo con el tirador y no logró encajar. Pero la virtud de Uzi, brillar cada vez que jugaba un Mundial, acercó a la League of Legends Pro League (LPL) internacionalmente a puntos en los que no estaba. Porque anteriormente, teniendo en cuenta el dominio surcoreano, China tenía un bastante inferior al de la actualidad. Zi-Hao allanó el terreno para que posteriormente, de la mano de una gran inversión económica, la región ganara internacionalmente en 2015 con el MSI de EDG. Aunque la primera liga de Royal Never Give Up llegase en 2016 sin él, el ADC lo dejó todo preparado a base de talento individual.

Uzi logró que todos los tiradores quisieran ser como él

Uzi durante el MSI de 2018 | Foto vía Riot Games
Uzi durante el MSI de 2018 | Foto vía Riot Games

Uzi fue la máxima expresión del talento crudo, del que no entiende de preguntas y sólo ejecuta acciones. Le daba igual ser un tirador, era el primero en entrar en las peleas si veía flancos adecuados para ello, de ahí su predilección con personajes que tuvieran habilidades de movilidad como Vayne. Demostró que los jugadores pueden imponerse a los metajuegos a través de la habilidad individual, como ejemplificó Manuel “Cabramaravilla” Martínez en el caso de su Ezreal. Todo tenía un peaje: Royal Never Give Up debía jugar por y para él. Un condicionante que le permitió brillar en OMG, pero que también refleja su virtuosismo. Solo él lograba ejecutar que unos planes de partida tan premeditados y visibles para el resto del mundo salieran igualmente adelante. Era una extensión de su carácter dentro de la Grieta del Invocador: bruto, fiero y directo.

La mayor decepción de la carrera de Uzi fue la caída en los cuartos de final del Mundial de 2018 contra G2 Esports. Un equipo del Play-In de Europa se cargó al candidato del Grand Slam de aquella temporada. Royal Never Give Up y Uzi se quitaron la espina de no ganar una LPL juntos, pero sufrieron una caída inolvidable para la historia del League of Legends europeo. Sobre todo, porque unos samuráis lograron derrumbar la famosa estrategia del emperador chino: “Si bien es cierto que el draft y el estilo de juego de Royal en Worlds podrían considerarse arrogantes, no se trataba de algo nuevo para RNG”, escribió Emily Rand en ESPN. Y aun así, por muchos “y si” que se puedan llegar a generar, la conclusión es la misma: no jugar a su alrededor habría sido una grosería.

Uzi logró que todo tirador quisiera ser como él. Hizo que figuras que le robaron títulos de liga como Kim “Deft” Hyuk-kyu apreciaran públicamente su figura. Que rivales del otro lado del planeta como Martin “Rekkles” Larsson se lamentaran ‘por no darle la guerra que merecía’ durante todos los años de enfrentamientos directos, además de considerarle una inspiración gracias a su “pasión y determinación”. Consiguió que contrincantes que rebosan autoestima como Park “Ruler” Jae-hyuk admitieran que sudaban dentro de la Grieta del Invocador por cosas tan ‘sencillas’ como matar súbditos. Los doce trabajos de Zi-Hao tuvieron como nexos de unión los hechos de deleitar constantemente al planeta entero con su talento e imponerse como el ejemplo a seguir mientras él se sobreponía periódicamente a su estado de salud.

“En el Mundial de 1986, Diego logró hacernos creer que cualquier selección hubiera sido campeona con él en punta”, escribió Villoro sobre El Pelusa. En League of Legends, Faker convenció al planeta entero de que se podía ganar cualquier trofeo con él en la calle central. Hasta 2017, cuando Riot Games completó la metamorfosis de su MOBA para que fuera imposible. Uzi consiguió engañó a todo el mundo haciendo ver que los tiradores, por la naturaleza de los campeones y del videojuego al que pertenecen, no tienen límites, que únicamente existen en nosotros mismos. La LPL se entregó a salvadores extranjeros que convirtió en héroes locales por su rol esencial en las victorias mundialistas de 2018 y 2019. Pero seis años después, sigue lamentando que haya sido a costa de dejar al hijo pródigo con las manos vacías y que este no haya podido rodar una segunda parte de Hércules ni en Bilibili Gaming ni en EDward Gaming con éxito.


Foto vía Riot Games