Una noticia triste no entiende de analogías en primera persona. Se sufre y punto. No siempre conseguimos volver a ser los de antes después de un revés. Quizás con el paso del tiempo las heridas cicatrizan -o por lo menos no duelen tanto- y el dolor se convierte en un motor de recursos literarios. Riot Games ha despedido a unos 530 trabajadores de todo el mundo. Una de las compañías que presumiblemente mejor estado de salud tiene dentro de la industria del videojuego y de los deportes electrónicos se ha desprendido de un 11% de su plantilla. Una señal que reivindica que no hay que hablar de “invierno”, sino llamar a las cosas por su nombre: recesión económica. Pero hace bastante tiempo que hay demasiadas pistas hacia la dirección que está tomando la industria de los esports, como si se tratara de la República Galáctica en las Guerras Clon.

Escuchar el término “invierno” dentro de los deportes electrónicos siempre ha sonado a discurso embellecedor del Canciller de un conflicto armado. A una oratoria excepcional de Sheev Palpatine en pleno estado de emergencia y con él, el verdadero Señor Oscuro de los Sith, gozando de poderes excepcionales debido a las Guerras Clon. Usando cortinas de humo para confundir a los Jedi y la República Galáctica con un doble objetivo: acabar con el Consejo y Estado para dar paso al anhelado Imperio. Matar la democracia. Durante el transcurso de Star Wars: The Clone Wars los espectadores saben que la Orden 66 es el final de la historia. Conocen el ‘qué’, pero no el ‘cómo’. Dave Filoni se encarga de ofrecer las dosis adecuadas para entender por dónde irán los tiros, tal como lleva ocurriendo en los esports con Riot Games y muchos actores del sector.

La Orden 66 no es ninguna sorpresa en la serie de Star Wars como tampoco lo es que en las empresas los principales damnificados son los trabajadores. Riot Games cuenta con las propias señales que Filoni ofrecía en The Clone Wars: urgencias por buscar colaboraciones con creadores de contenido; recurrir a los petrodólares de Arabia Saudí -evidentemente, como la serie, los deportes electrónicos no son política- o la polémica con la capacidad del nuevo estudio de Berlín que expuso el poco uso del ticketing. Antes del final de las Guerras Clon hay arcos que duelen, como el de Cincos. Un clon que conoce toda la verdad, llegando a estar cara a cara con el propio Emperador, pero muere. Fallece bajo una mezcla de incredulidad, incapacidad y arrogancia de los Jedi y bajo la atónita mirada del resto de clones.

A diferencia de Star Wars: The Clone Wars, los deportes electrónicos no tienen un final tan marcado como la ejecución de la Orden 66. Sin embargo, dentro del sector se sabe que ‘algo’ puede suceder

En los esports a los Cincos no se les hace caso, es más agradable caer en el humo de la oratoria del Canciller. Creer que todo genera el mismo interés y reducirlo a que las recesiones económicas ‘son normales’. El arco de este clon es el que definitivamente hace ver al espectador que todo va cuesta abajo y sin frenos, algo que podríamos interpretar con los despidos masivos en Riot Games. La dirección ya era más que conocida pero sólo faltaba un golpe importante antes del final. Pero antes del fallecimiento de este honorable soldado, ocurre algo todavía más impactante. Una carnicería a manos de Pong Krell, un general Jedi de carácter agresivo desencantado con el Consejo y la República. Aquí los timings son extremadamente importantes, porque la Batalla de Umbara fue antes del descubrimiento de la verdad en Kamino.

Pong Krell cayó en el Lado Oscuro desde una perspectiva más pragmática, como el Conde Dooku, motivo por el que no tenía los ojos amarillos llenos de ira de los Sith. “No soy tan ingenuo como para seguir siendo un Jedi. Nace una nueva fuerza. Lo he visto. Los Jedi perderán esta guerra. Y la República se desintegrará desde dentro. En su lugar se alzará un nuevo orden y yo formaré parte de él”, afirma vaticinando la caída del Consejo y de la democracia. El general Jedi era completamente consciente de lo que iba a suceder y optó por enviar a los clones a que se mataran entre ellos, mucho antes del revelador arco de Cincos. Riot Games tuvo su particular arco de Krell con la segunda división surcoreana, es decir, con la Challengers League de la League of Legends Championship Korea (LCK).

La segunda división surcoreana ahora cuenta con Martin “Rekkles” Larsson en la cantera de T1, es decir, con dos fenómenos de masas. El interés del público occidental por la LCK CL es más grande que nunca. Justo en este momento, Riot Games decide cesar las emisiones oficiales en inglés. Delegan todo el peso en la pasión individual de los comentaristas. Riot Games y muchos actores de los esports hacen que el sector esté sumergido de lleno en el arco de Pong Krell porque ven a los trabajadores como este General Jedi a los clones: personajes a los que conducir a la ‘muerte’ a sabiendas de que los problemas son estructurales. Los timings son importantes porque esto sucedió antes del arco de Cincos, es decir, del despido del 11% de la plantilla.

Pong Krell acabó ejecutado a manos de Dogma, el que fue su soldado más fiel. Pero el motivo de espanto se encuentra en que, ahora mismo, el sujeto es Riot Games pero podrían ser muchísimos otros actores. A diferencia de Star Wars: The Clone Wars, los deportes electrónicos no tienen un final tan marcado como la ejecución de la Orden 66. Sin embargo, dentro del sector se sabe que ‘algo’ puede suceder. Se trata de que la Galaxia, la gente que conforma los esports, sea exigente. Especialmente con las figuras que pueden tener influencia en el desarrollo. Si la industria ignora a los Cincos, su destino puede ser tan oscuro como la época del Imperio Galáctico. No es algo imposible de superar. Al fin y al cabo, ‘El elegido’ cumplió la profecía. Aun así, son malos tragos que, como la carnicería de Krell, se pueden evitar.

Imagen de portada: Foto vía Star Wars