Llegará el día en que todo explote

Simone Biles ShowMaker

Ojalá me equivoque. Tengo tendencia a la sobrecarga, a los estados ansioso-depresivos y a ver burbujas donde sí las hay. De nuevo: deseo equivocarme, pero sé que no lo haré. Lo sé porque, tal y como afirmaba Neil DeGrasse Tyson, «la ciencia es verdad, creas o no en ella». Y la salud mental es ciencia, también en los esports. Al igual que sucesos como el cambio climático, ocurre independiente a nuestro empeño por la negación. Menos científico, pero igual de cierto es que el ser humano solo se da cuenta de las implicaciones una vez golpean sus intereses.

La salud mental no es un problema en el deporte, mucho menos en el electrónico, ¿verdad? Esa es la impresión que fácilmente nos llevaremos si atendemos únicamente a lo que podemos observar a simple vista. Dejamos en una segunda pantalla los Juegos Olímpicos y las/los deportistas parecen enfrentarse a sus disciplinas con el aplomo y la entereza esperables de una/un profesional. Lo mismo se aplica a jugadoras y jugadores de esports en un escenario. Se sientan y compiten sin inmutarse, apenas. Parecen de otro mundo, en ocasiones: algo ininteligible y misterioso, antes que humanos.

Una de las primeras y más importantes cosas que aprendí en mi malograda carrera de Psicología fue el llamado triple sistema de respuesta. Acuñado por Peter Lang a finales de la década de 1960, sostiene que el comportamiento humano se manifiesta en tres vertientes: conducta, cognición —que podríamos ampliar a la «vida mental», emociones incluidas— y respuesta fisiológica. Es decir, que la verdadera salud mental es mucho más profunda de lo que ni siquiera un profesional puede deducir a vuelapluma. Resulta obvio, como lo es que para ponernos realmente en la piel de los deportistas debemos hacer un esfuerzo significativo de empatía. Por desgracia, esto último no brilla por su abundancia.

Una de las mayores alegrías que me he llevado este mes ha sido la gran acogida general a la decisión de Simone Biles. Aquejada de problemas de salud mental durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y antes, la gimnasta más laureada de la historia decidió no participar en las finales por equipos e individuales. El mundo se asombra con su gesto titánico, y no es para menos, pero lo hace con el ánimo de haber vencido a un enemigo. No nos confundamos: lo de Biles no es una victoria más que para ella misma, pero sí un aviso para el mundo del deporte.

Se me rompía el alma cuando escuchaba a Heo «ShowMaker» Su decir que ya no se divertía jugando a League of Legends. Unas palabras que contrastan con las de su compañero y rival Lee «Faker» Sang-hyeok: «aquel que solo lo intenta nunca podrá ganar al que disfruta con lo que hace». Pero qué difícil es disfrutar cuando el juego se convierte en deporte, el deporte en competición de élite, y la competición de élite en negocio mil millonario. De nuevo, apelo a la empatía para intentar entender lo que se les podrá pasar por la cabeza a chicos que apenas llegan al cuarto de siglo.

El modelo parece insostenible, pues cuanto más poderosas son las cadenas del capitalismo, menos importan las personas. Y no dudemos de que, cuando todo explote, muy probablemente Corea sea la zona cero. El sexto país del mundo en tasa de suicidio no parece querer relacionar las estadísticas con algo tangible. Tampoco hablamos de casos aislados cuando nos referimos a la sentencia de Kim «cvMax» Dae-h, actual entrenador principal del equipo DRX, por prácticas abusivas. El propio Kim «kkOma» Jeong-gyun, triple campeón del mundo con SKT T1 y entrenador en activo sin delito alguno a sus espaldas, tampoco reconocía recientemente la existencia del burnout.

Vuelvo a repetirlo: no es una cuestión de opiniones. La retirada temporal de Jang «Ghost» Yong-jun, tirador de DWG KIA, a lo largo de este split atendía a razones de salud mental; todavía se me pone la piel de gallina con el «quiero volver a ser humano» de Luka «Perkz» Perković tras los Mundiales de 2019; y tampoco es normal que un fuera de serie como Jeong «Chovy» Ji-hoon acuda disgustado a una entrevista post serie en la que ha conseguido un doble MVP, solo por haber sido asesinado en solitario en una de las partidas.

Al igual que el caso de Simone Biles, nos encontramos ante avisos. Empezaba este texto aludiendo a que deseaba equivocarme, y no por tipo alguno de manida superioridad moral. Se siguen sin tomar medidas y temo que debamos encontrarnos ante lo flagrante para llevarnos las manos a la cabeza. El día de la explosión no será agradable, consecuencias graves de por medio. La maquinaria que rodea a los esports, y al deporte de élite en general, es una fuerza imparable. Por desgracia, la salud mental de quienes lo componen no es un objeto inamovible.