La industria de los deportes electrónicos tiene en común con la de la música que la imagen es tan importante como el talento. A veces puede llegar a pesar un poco más, incluso. Desgraciadamente, despuntar no sólo depende de las aptitudes, también de estar en el lugar y en el momento adecuado. Pero hay personas que no sólo juntan todos estos factores, sino que crean su propio hueco. Quizás Quevedo suene por las radios, pero quien puede presumir de haber redefinido la palabra ‘estilo’ es Bejo. Hacer del bejismo un sinónimo de ‘personalidad’ y crear un universo alrededor de él. Dentro de League of Legends, el jugador que ha creado su propio ecosistema dentro de la escena profesional es Lê “SofM” Quang Duy. 

SofM es el jugador de las siete vidas. Un gato dentro del League of Legends profesional que ha hecho de todo: jugar en diferentes posiciones, ejercer de entrenador y ser dueño de un club. Actualmente es copropietario de Vikings Esports, quinto clasificado de la Vietnam Championship Series (VCS) con un récord de dos victorias y tres derrotas. El vietnamita fue un perfil multidisciplinar como Bejo. El canario no sólo se limita a cantar, también graba sus propios vídeos y pinta cuadros. Quang Duy hacía lo propio dentro de la Grieta del Invocador, llegando a disputar partidos con Full Louis (2013-2016) en tres posiciones distintas. Jugó como jungla, como medio y como tirador, despidiéndose de la liga vietnamita disputando su último enfrentamiento allí en la calle inferior. Todo esto habiendo debutado inicialmente como top laner. Él es sinónimo de bejismo, pero durante sus inicios también lo fue de versatilidad.

El jungla era un perfil necesario dentro del League of Legends oriental porque no sólo se limitaba a jugar al máximo nivel, sino a dejar su propio sello de identidad. Su apodo llega de “Style of Me”, por lo que se redujo a hacer honor a su palabra. SofM llegó a la League of Legends Pro League (LPL) en 2016 de la mano de Snake Esports, donde coincidió con otros genios como Li “Flandre” Xuan-Jun. Fue el primer vietnamita que dio el salto a una de las cuatro regiones mayores. No sólo se limitaba a imponer su marca para lo bueno y para lo malo, sino que además rompía barreras e inspiraba en el resto de regiones ‘menores’. Lo que jugó en su contra fue no clasificarse a un Mundial hasta 2020, por lo que otros actores como Do “Levi” Duy Khánh le ganaron la partida en términos de imagen. 

SofM es una oda al bejismo: “Menudo estilazo tiene, dicen algunos. Y el que dice lo contrario es que es tonto del culo”

Levi fue durante un tiempo el producto comercial mientras SofM el ‘café para cafeteros’, el underground. La estrella de GAM Esports no asombró sin argumentos, siendo especialmente vistoso con personajes como Lee Sin. En cambio, su compatriota no sólo se limitaba a usar personajes de alta exigencia mecánica, sino que les daba una vuelta. Por ejemplo, popularizó jugar al Monje Ciego como un tanque con objetos como la Promesa del Caballero. Años más tarde le dio por jugar a campeones como Olaf con objetos completamente contrarios como la Redención. Quizás no era el jungla que más sonaba por las radios, pero los jugadores de éxito que sí se emitían tomaban apuntes con sus tácticas. A la vez que reivindicaba la creatividad antes de llegar a la Grieta del Invocador, dentro de ella podía llegar a romper récords como el de visión. Él siempre ha sido un perfil pintoresco.

La mística que ha rodeado a SofM ha sido la de los genios: no llegar a comprender siempre qué sucedía en su cabeza. Especialmente con episodios como el Torneo Regional de 2016, donde se quedó a las puertas de Worlds. Se popularizó que él no se enteró de que estaba peleando por ese ansiado billete y años más tarde tuvo que desmentirlo, achacando que fue un error del traductor que tenía en dicho momento. De todas maneras, su llegada al torneo más importante de la historia de League of Legends fue estelar. Cuatro años más tarde fue uno de los líderes que llevó a Suning a la gran final del Mundial, donde fue devorado por el Dplus KIA de Kim “Canyon” Geon-bu y Heo “ShowMaker” Su. Ya es mala suerte que la recompensa del esfuerzo sea enfrentarse a los mejores dúos jungla-medio de la historia en su mejor momento.

Fue el primer jugador de una ‘región menor’ que llegó a esas alturas casualmente el año en el que los clubes vietnamitas no viajaron a China por las restricciones de la pandemia. SofM es de las personas a las que nunca les ha pasado nada pero siempre han ocurrido cosas a su alrededor. Antes de ese éxito con Suning sufrió una despedida por la puerta de detrás en LNG Esports, cuando Li-ning absorbió la marca de Snake. La historia también se repitió después. Cuando se marchó sin pena ni gloria de Weibo Gaming, club heredero de la estructura y la marca de Suning. Movimientos que no hacen justicia a todo lo que dio que hablar por su estilo, especialmente en un ecosistema tan único como el de la LPL, pero que no impiden que sea uno de los mayores jugadores de culto del League of Legends internacional.

Lo mejor de todo con SofM es que su idilio con los videojuegos no sólo se reduce a League of Legends, sino que podría haber sido otro juego a la perfección. Llegó a tener 6000 de ELO en Dota 2, un juego que “Parece lo mismo, pero en verdad es distinto”, que cantaría Bejo. Llegó al rango de Leyenda en Hearthstone y también jugaba mucho Naraka: Bladepoint. Disputó torneos no sólo del videojuego que le dio una vida como jugador profesional, sino que también de otro juego de cartas y de otro de lucha. La definición de carisma se le queda corta. Quang Duy es una oda al bejismo: “Menudo estilazo tiene, dicen algunos. Y el que dice lo contrario es que es tonto del culo”.


Foto de David Lee vía Riot Games