Xiang “Angel” Tao ha dejado atrás la discreción que vivió en Weibo Gaming, Royal Never Give Up y Ninjas in Pyjamas para convertirse en el principal argumento de peso de Oh My God. El conjunto chino, pelea por estar en los playoffs de la League of Legends Pro League (LPL) gracias en gran parte al rendimiento de su medio. Quizás otros nombres como Song “Rookie” Eui-jin o  Zhuo “knight” Ding son más mediáticos. De todas maneras, el exjugador de Suning acumula un total de ocho premios a mejor jugador del partido, superando por uno al jugador surcoreano de NiP. Sin embargo, todos los datos dejan de tener importancia cuando fuera de la Grieta del Invocador, donde la vida de verdad sucede, la estrella de OMG ha tenido que afrontar el fallecimiento de su padre.

El luto es una cuestión tan personal como sensible, nadie nace sabiendo cómo gestionar este tipo de situaciones. “Mi padre falleció hace un par de días. Debido a la apretada agenda de partidos, no pude reunirme con él por última vez, no estuve en su funeral. Después de negociar con mi familia, tengo que volver a casa. Siento tener que perderme el próximo partido. Por favor, que todo el mundo se mantenga sano y feliz, que pase más tiempo con su familia», escribió Angel en su cuenta personal de Weibo. Que no sea el primer fallecimiento que sucede mientras la rueda gira en la élite -los casos de exjugadores como Zachary “Sneaky” Scuderi o Yiliang “Doublelift” Peng son algunos de los muchos ejemplos- no implica que deje de ser triste o que no deje de doler.

El jugador chino sorprendió a todos sus seguidores al revelar que no había podido dedicar un último adiós. Oh My God, por su parte, hizo otro comunicado en Weibo explicando la situación: “Tenía miedo de rebajar las vibraciones del equipo, así que no le contó a nadie el fallecimiento de su padre, se fue a entrenar como siempre. Después de los entrenamientos, Angel sólo habló con el entrenador para tomarse un partido libre”. El conjunto de la LPL concluyó su mensaje con agradecimientos y comprensión para el medio, como se espera únicamente por parte de una organización profesional, sino de cualquier persona con dos dedos de frente.

La decisión de Angel puede gustar más o menos, creer que tiene un mayor o menor grado de justicia por el contexto que le empuja a considerar que ese era el camino adecuado. La muerte es aquello que a todos nos une porque es el mismo punto final, pero también porque es difícil de gestionar por todas las implicaciones que conlleva. A Oh My God tampoco se le pueden pedir demasiadas explicaciones. La premisa es extremadamente sencilla: nadie puede actuar sobre aquello que no le explican y no se puede intuir. Aquí, los deportes electrónicos muestran que una vez más los problemas no se encuentran en los protagonistas, sino en la lectura que se hace desde el exterior.

Uno de los grandes retos que debemos asumir como espectadores es que, a veces, por muy importantes que sean los contextos, algunas situaciones o acontecimientos no tienen dobles lecturas ni sentidos ocultos. Simplemente, ocurren. La bronca del entrenador de MAD Lions KOI, Tomás “Melzhet” Campelos, a su equipo tras la serie contra Team BDS fue un ejemplo y una advertencia de ello. La reacción generalizada fue alzar algo recurrente en las competiciones, una academización de un hecho poco habitual para un público ‘nuevo’, como si fuera un paralelismo a la opinión del artista Cruz Cafuné sobre la llegada de los hipsters al trap. “Cuando Yung Beef se empezó a hacer famoso, empezaron a sacar artículos filosóficos de por qué había dicho tal cosa en alguna canción. Que si representa a los barrios marginales y el Zeitgeist de esta nueva juventud… Bro, se fumó un porro y escribió lo primero que se le pasó”, declaró en El Flowcast del periodista musical Héctor Elí.

Que la romantización suceda en hechos como la bronca de Melzhet o las barras de Yung Beef no es importante siempre que impere la moderación. Pero el problema es que se empieza con episodios anecdóticos y se acaba realizando constantemente, por muy violenta que sea la coyuntura. La situación de Angel exigía que los seguidores de los deportes electrónicos controláramos el impulso y no lo hemos logrado. Hay circunstancias que, como esta, en las que no hace falta darle demasiadas vueltas a las cosas. Simplemente, mostrar apoyo y voluntad para acompañar. El fallecimiento del padre del jugador de Oh My God no pedía convertirse en un hueco oportuno para la opinión pública de romantizar el trabajo y la profesionalidad. Precisamente eso es lo menos necesario emocionalmente y lo que el sistema quiere: anteponer el aspecto laboral y la productividad por encima del resto de cosas. De haber actuado acorde a lo que el momento pedía, este artículo no existiría.