Escudo humano

Twitter polemicas esports

El otro día mordieron a mi perra. Es la segunda vez en un año. No ha ido a mayores, podemos estar tranquilos. Ha sido solamente un susto, entre los cuales tengo la sensación de ir saltando últimamente. Los sustos están bien: te enseñan sin consecuencias. Son avisos de que el peligro existe y los accidentes ocurren. Simulacros, pruebas para cuando aparezca el fuego real, que siempre llega. En los esports, las polémicas nos han curtido.

Artemis vive en Madrid, con mi madre, y una de las preguntas que no paran de repetirle es acerca de si ha denunciado a los dueños del perro en cuestión. Enseñándome, de nuevo y como siempre, otra lección moral, respondía el otro día convencida que no. «Son chavales, están arrepentidos y nos van a pagar». Incluso yo le animé a denunciar, sin pensar en que tiene razón: no hay necesidad de hacer sangre. En algún momento hay que cortar el ciclo.

Falta empatía en este mundo, y también varas de medir. No es cuestión de ser un desconfiado acérrimo, una suerte de sociópata obligado. Somos seres sociales; pretender salir adelante completamente solo es una quimera. Tampoco se trata de abrir al máximo el grifo de la confianza. La maldad existe, al igual que la bondad. Lo más complicado de esta vida es saber interpretar el gris que es todo. También es la única salida.

Soy bien consciente de cómo funciona el ecosistema de redes sociales. Más concretamente el relativo a los esports en Twitter. Todavía más en España. Por eso no me sorprendió la ola de negatividad —más o menos fundada— que siguió al anuncio de que UBEAT retransmitiría de forma oficial la LCK en español. Como integrante del proyecto, podía imaginarme la repercusión que tendría. No fue excelsa, si la ponemos en perspectiva, y aun así superó todas las expectativas de alguien al que la exposición pública le resulta ajena.

No me canso de repetirlo: soy un privilegiado. Sin trabajo no se llega a ningún sitio, desde luego. Sin suerte, tampoco. Y no me refiero solo a la oportunidad que tanto UBEAT como LVP han decidido darnos a varios de los integrantes de Estadio Esports. Escribo de todo lo demás. De que, a mis veinticinco años y tras más de seis estudiando, pueda buscarme las castañas fuera de mi denostada disciplina profesional. De, al menos por ahora, no tener que trabajar para llegar a fin de mes.

Pero entiendo que todo eso da igual. La realidad da igual cuando se presenta una oportunidad para demostrar lo mucho que estás comprometido con cierta persona, o cuando toca rellenar sumarios con la polémica de turno. La cuestión es hablar, echando bilis y vomitándote encima, si fuera necesario para que te escuchen esas personas que no dudarían en hacer lo mismo si fueras tú el que está en el foco.

Llegará el día en que aprendamos a ser empáticos, como personas, y a hacer periodismo, como presuntos profesionales. Habrá un momento en que tendremos que romper el ciclo de violencia al que somos adictos, sacar a relucir esas neuronas especulares que nos hacen capaces de empatizar. Pero imagino que jamás dejaremos de ser entes emocionales —al menos en lo que respecta a la esperanza de vida de todos nosotros—, y que seguiremos utilizando a los demás como escudos humanos frente a nuestras inseguridades, o en pos de nuestros intereses.